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10.10.06

there will be blood tonight!

Tengo un pánico tremendo a las agujas. Para que os hagáis una idea, una vez (de pequeña) tuvieron que atarme a la camilla para poder sacarme sangre.

Superé (es un decir) ese pánico donando sangre. Cuando iba a la universidad, de vez en cuando venían los del Hospital Clínic al Campus Nord y montaban la paradita de donación, y un día mis amigos propusieron ir. Yo (todavía no sé cómo) acepté, y donamos. Al final no fue en el Campus (llegamos demasiado tarde) sino en el Clínic directamente, y la verdad es que no fue para tanto: pinchacito en el dedo para saber el grupo sanguíneo, pinchazo en el brazo y venga, a ir extrayendo! Lo de superarlo lo digo porque me sobrepuse al terror de la aguja por donar sangre, pero tampoco fue fácil. Después de 6 meses volví a donar, ya en el Campus... y me mareé cuando me quitaron el aparatito que hace presión (como cuando te sacan sangre para un análisis, que te dicen que te apretes durante unos minutos el algodón... pues aquí, como te sacan mucha más cantidad, ya te ponen una especie de pinza). Fue todo un show, las enfermeras abanicándome y levantándome las piernas. Después de esa me costó volver, pero lo hice (un año después, creo). Pero esta tercera vez ya no me dejaron, por mi enfermedad.

Hace ya 6 años me detectaron (y fue casualidad, que mi doctora estaba curiosa y me pidió todo tipo de pruebas en unos análisis de sangre) un hipotiroidismo (Tiroiditis de Hashimoto), que significa que la tiroides trabaja menos de lo adecuado (el Hashimoto es lo que lo provoca, es una enfermedad autoinmune). Tengo que tomar pastillas cada día, y hacerme análisis cada 6 meses para comprobar si me tienen que subir o bajar la medicación. Así que me ha tocado acostumbrarme a los pinchazos (y por lo visto mi sangre ya no es válida para donaciones), aunque sigo poniéndome muy nerviosa.

La primera vez que fui a que me pincharan después de volver de Aachen fue horrorosa. Me tocó un impresentable (afortunadamente no he vuelto a verlo por ahí), que se tiró un buen rato buscando venas (las mías siempre han sido escurridizas, una vez amenazaron con pincharme en la mano), me preguntó en qué brazo me pinchaban normalmente (en el izquierdo), se quejó de que no encontraba ninguna (yo ya le había avisado), probó en el otro brazo, siempre quejándose de que no encontraba nada, diciéndome que tenía que adelgazar porque si no no se veían (vale que volví con unos kilos más, pero ya le había dicho que mis venas han sido difíciles toda la vida)... Al final me pinchó, no tocó vena, y volvió a pinchar (eso sí, a la segunda acertó... no llega a acertar y le mando a la mierda).

Lo pasé tan mal que a la siguiente vez iba acongojadísima. Pero me atendió un hombre bastante mayor, que me pone la goma, da un par de toques y saca la aguja. Ya? Pues sí, la encontró en segundos. Y encima el pinchazo no me hizo nada de daño. Le di las gracias y le pregunté si podía preguntar por él la próxima vez. Me dijo que sí y me lo apunté (y como es un elogio, allá va el nombre... por si alguien va al CAP de Sant Andreu): Francisco Arrébola, el más rápido del oeste. Desde entonces siempre he preguntado por él, y siempre ha sido igual de rápido, amable y eficaz. Hasta hoy.

No es que Francisco haya perdido todas sus cualidades, sino que estaba de vacaciones, y me ha tocado un pinchador al azar. Cuando he entrado al box, estaba temblando, y la chica me ha preguntado si hacía mucho que no me pinchaban. "Qué va, si vengo cada 6 meses, pero siempre me pincha un hombre que me encuentra las venas muy rápido." "Ah, el Paco!" Vamos, que tiene fama. La chica ha intentado tranquilizarme, ha buscado en un brazo, en el otro, ha vuelto al primero... pero nada, que mis venas estaban dormidas. Ha llamado a otro que pasaba por allí para que la ayudara, y lo ha intentado sin éxito con el brazo izquierdo. Luego otro chico lo ha vuelto a intentar con el derecho, y ahí ha encontrado una. Ha cogido la aguja, yo me he puesto tensa... y por lo visto la vena se ha esfumado. Pero como ya la tenía localizada, le ha costado poco recuperarla. Yo he intentado no ponerme demasiado nerviosa para no asustarla de nuevo, he cerrado los ojos, ha pinchado... Y cuando he abierto los ojos (ya había retirado la aguja), veo que la enfermera ha plantado la caja de caramelos para los niños delante de mi cara. Qué graciosilla no? Y me ha obligado a coger uno!

He estado como un cuarto de hora allí entre agujas, pero no ha sido ni de lejos tan horrible como aquella primera vez después de Aachen. Todos han sido muy amables, y afortunadamente sólo me han pinchado una vez. Pero Paco, por favor, para la próxima no te pilles vacaciones!

(El título es una frase de cierto espadachín español en cierta película. Es lo primero que me ha venido a la cabeza al pensar en sangre como título de un post! :P)

Etiquetes de comentaris: , ,

Blogger SopMacsl va dir...

jajaja, que gracia yo no he dejado que me toque una aguja en la vida, solo en el dedo (para el azucar XDD, como a los niños)

No te preocupes por lo de la tiroides mi padre tiene lo mismo desde hace muchos años y no pasa nada.

Saludos niña XDDD, coje un caramelo hombre desagradecida

11/10/06 16:32

 
Anonymous Anònim va dir...

Hombre, si no te han pinchado nunca es que tampoco te habrá hecho falta, si llega el caso te atan y punto :P

No, tranquilo, lo de la tiroides no me preocupa (lo de los pinchazos sí :P), lo único es que tengo que acordarme de llevarme las pastillas a todos lados y de tomármelas cada día, pero ya me he acostumbrado.

Estoy por enmarcar el caramelo!! XDD

salu2

11/10/06 19:35

 

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